Artículo de opinión publicado en Levante-EMV en el que la responsable de Ciencia y Universidades, Susana Díaz González, reflexiona sobre la situación de las universidades públicas valencianas y las principales asignaturas pendientes
El modelo de financiación del Sistema Universitario Público Valenciano es una asignatura pendiente que nunca se termina de aprobar. Son ya más de 20 años los que llevamos renqueando con el nuevo modelo, el nuevo plan de financiación, el nuevo plan plurianual de financiación (PPF), el nuevo, el nuevo… pero la realidad es que siempre son parches que intentan salvar lo que ya hay.
La elaboración del reparto de los dineros para las universidades públicas valencianas se ha venido haciendo con partidas que sobraban de otras líneas, y que, con un poco de aquí, con otro poco de allí, se iba elaborando el montante necesario para cubrir las necesidades básicas, como funcionamiento y nominas y para el resto (mejoras, subidas salariales, etc.) ya, «si eso», lo vamos viendo.
En 2010, año que estalló la crisis, se firmó el único PPF que hemos conocido y que solo se aplicó en ese momento. La financiación fue mermando del 0,91% del PIB en los años siguientes hasta llegar al 0,7% nueve años después, y actualmente se sitúa en torno al 0,88%. Estamos hablando de que nos encontramos peor que hace 10 años, con unas universidades públicas que, inevitablemente, y afortunadamente, han crecido. Que tienen muchos retos por delante, a las que se les exige el cumplimiento de índices de calidad, implementación de mejoras para el alumnado, mejoras para el personal, puesta en marcha de una nueva ley, que como digo, no va cogida de la mano de una financiación necesaria para su adaptación.
«Estamos hablando de que nos encontramos peor que hace 10 años, con unas universidades públicas que, inevitablemente, y afortunadamente, han crecido»
En el año 2022 se terminó de pagar a las universidades públicas valencianas la famosa ‘deuda histórica’. Dinero que se les debía, puesto que llevaban muchos años de impagos coincidiendo con la crisis y en los que se pensaba que las propias universidades se financiarían solas. En realidad, se les abocaba a pedir préstamos a los bancos y porque, como digo, nadie se ha tomado en serio esto de financiar a las universidades públicas valencianas.
Pero, ¿qué tenemos en el panorama actual además de la amiga incertidumbre?
La cantidad total del presupuesto para las 5 universidades públicas valencianas es de 1.515 millones de euros en 2023. En 2010, era de 1.488 millones. Estamos como hace 13 años. Parece como si no hubiera pasado nada desde entonces y se hubiera parado el tiempo. Sin embargo, lo que ha ocurrido, es que a día de hoy hay 12 campus, con 60 centros (51 propios y 9 adscritos), con más de 128.693 personas matriculadas, con 234 grados y dobles grados, 339 másteres oficiales y 139 programas de doctorado. Con estos datos es para tomárselo bastante más en serio.
Se hace urgente y necesaria la adaptación de figuras nuevas de profesorado tal y como regula la entrada en vigor de la nueva ley orgánica del sistema universitario (LOSU), y que, como no, viene sin acompañamiento presupuestario… y ya se apañará cada universidad.
¿Qué es lo que procede? Sin excusas, hay que tomarse en serio la educación superior valenciana. Ver las necesidades de cada una de las universidades sin comparaciones odiosas entre ellas
La investigación. Esa gran abandonada a su suerte. Y me explico. Casi el 80% de la investigación que se desarrolla en la Comunitat Valenciana se hace en las universidades públicas. La inversión en investigación se hace con recursos que se consiguen de manera externa gracias al esfuerzo que se desarrolla por el personal que trabaja en ellas. El personal de investigación de las universidades es el peor tratado de todo el sistema universitario público. No solo en nuestra comunidad, sino también, a nivel estatal. Tienen en su haber, lo ‘mejor’ del trabajo precario: inestabilidad, sueldos bajos, nula proyección de futuro, jornadas laborales indeterminadas en su inmensa mayoría, vacaciones, permisos y licencias borrosas porque a menudo no se les considera personal de la universidad. Lamentable.
Afortunadamente, desde organizaciones sindicales como UGT, firmamos acuerdos para que se avance y progrese en las condiciones socioeconómicas de las personas. Pero, ojo, estas subidas salariales, suelen producirse a cargo del presupuesto de las universidades, y ya ‘si eso’, después hacemos cuentas con Conselleria.
¿Qué es lo que procede? Sin excusas, hay que tomarse en serio la educación superior valenciana. Ver las necesidades de cada una de las universidades sin comparaciones odiosas entre ellas. Después de tanto tiempo sin llegar a abordar en serio un plan de financiación adecuado, ahora entran las guerras. Cada universidad mira lo que le tocaría a ella, pero por el rabillo del ojo, mira lo que le tocará a la de al lado, y se compara. Pero, si no son todas iguales. Cualquiera se daría cuenta. Los criterios para hacer el reparto del ‘pastel’ deben ajustarse a la realidad de cada una de ellas. Por favor, evolucionemos.